sábado, 27 de diciembre de 2014

¿Qué son los obesógenos?


Hasta en el agua enfrentamos ahora agentes que amenazan con engordarnos. Algunos 
productos químicos ambientales son disruptores endocrinos que alteran el metabolismo 
y terminan influyendo, aunque en un nivel muy bajo, en los problemas de obesidad.

Entre 2005 y 2010 el porcentaje de obesos en Colombia se duplicó, pasó de 8% de la población a 16,5%. Hoy, aproximadamente la mitad de los colombianos tiene problemas de sobrepeso u obesidad.
Si bien la genética es la responsable de aproximadamente 50% de los trastornos de sobrepeso en el mundo, en la obesidad también tienen un papel muy importante factores como la educación alimentaria, el estilo de vida y, aunque en un porcentaje muy bajo, los agentes ambientales denominados obesógenos.
Desde hace aproximadamente una década se ha venido hablando de estos últimos y, aunque en un principio fue un tema bastante controvertido, hoy se ha podido comprobar que sí existen algunas sustancias químicas farmacéuticas o industriales que alteran las funciones hormonales y terminan generando trastornos metabólicos.
Exponerse mucho a estas sustancias, en especial en ciertos períodos de la vida como la etapa prenatal y la temprana infancia, puede afectar el sistema hormonal de la persona y su metabolismo predisponiéndola a una obesidad futura.

¿Dónde están?

Aunque para muchos la soya ya es parte fundamental en sus “dietas saludables”, suministrada en niños menores altera el sistema endocrino debido a los fitoestrógenos que contiene. Estos compuestos químicos tienen una alta carga de hormonas femeninas que pueden terminar causando una pubertad precoz, llevando al cierre de los núcleos de crecimiento y la estimulación de otras glándulas de aumento de peso antes del tiempo que corresponde.
Otras sustancias que se ha comprobado ser disruptoras hormonales son el sirope de maíz –un edulcorante presente en cientos de gaseosas, productos de panadería, cereales, mermeladas, entre otros–; toxinas usadas en los sistemas de fumigación como la DDE y la atrazina; los bifenilos, utilizados en muchos envases plásticos de alimentos; los ftalatos, presentes en algunos juguetes de plástico, cosméticos, esmaltes para uñas, lociones y cremas en los que son empleados para hacer que las fragancias duren más tiempo; además de algunos farmacéuticos hormonales usados en la cría de animales.
A pesar de que en todos estos químicos se ha demostrado su función disruptora endocrina, aún no se ha podido determinar el papel exacto que desempeñan en los índices de obesidad. La verdad es que los problemas metabólicos son los responsables apenas de 1% de esta enfermedad, mientras que a los hábitos y la educación alimentaria se les acusa de causar cerca de 50%. Una nutrición y educación adecuada durante la edad prenatal e infantil puede ser la clave para evitar ser uno más en la pandemia de la obesidad.
Las enfermedades metabólicas representan  solo 1% de las causas por obesidad en el mundo.

Cómo evitar los obesógenos

Aunque no es mucho lo que se puede hacer para prevenir la exposición a este tipo de sustancias, la solución puede estar en acciones elementales como pelar y lavar muy bien los alimentos con el fin de suprimir en lo posible los agentes químicos que puedan tener; no incluir en la dieta de los niños productos con soya y procurar la adquisición de productos lo más naturales posible.

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